Que su asignatura preferida en el colegio fuera la química daba una pista de la mujer en
la que se convertiría. Pero la época en la que nació, en donde las mujeres eran tratadas
como objetos hizo que el mundo la conociera como “la mujer más bella de la historia
del cine”.
Hedy Lamarr nació el 9 de noviembre de 1914 en Viena. Desde pequeña, era una niña muy inquieta que se interesaba por el mecanismo de las cosas que tenía cerca. Incluso, llegó a desmontar y montar una caja de música que su hijo aún guarda actualmente.
Hedwig Eva Maria Kiesler, como se llamaba en realidad, tenía como referente a su padre que trabajaba como banquero en Lemberg. Aunque sus profesores la consideraban una chica superdotada, Hedy abandonó sus estudios de ingeniería para cumplir su sueño de ser actriz.
Sin embargo, su carrera artística no se desarrolló como ella esperaba. Hizo una película que la llevó a convertirse en una estrella pero, su papel en dicha película, la persiguió hasta el día de su muerte. En 1932, con 16 años, grabó Éxtasis en Checoslovaquia dirigida por Gustav Machaty. Esta obra pasó a la historia como la primera película en mostrar una mujer completamente desnuda y su cara durante el orgasmo y esto no estuvo exento de polémica. Sin embargo, este hecho fue fruto de un engaño pues, el director Gustav Machaty, no le dijo que usaría un teleobjetivo para la escena del desnudo.
Éxtasis fue considerada de escándalo sexual y se prohibió en multitud de salas de cine. Los padres de Hedy al verla quedaron escandalizados, aunque hubo una persona que no se lo tomó mal. Se trataba de Fritz Mandl, magnate de la empresa armamentística y futuro marido de Hedy Lamarr. Éste quedó impresionado con la belleza de la chica y le pidió permiso al banquero para cortejarla. Sus padres, avergonzados del comportamiento de su hija, aceptaron. Creían que, al ser Mandl bastante mayor que su hija, la llevaría por buen camino ignoraron así el deseo de la chica de continuar con su carrera como actriz y condenándola a una vida que ella no había elegido.
El matrimonio con Fritz Mandl fue muy tóxico ya que trataba a la joven como una posesión suya y la lucía como un trofeo obligándola a que le acompañase a cenas de negocios y actos sociales. Hedy, que era muy inteligente, aprovechó estas salidas para simplemente escuchar y tomar nota de lo que su marido, cercano a Hitler y Mussolini, hablaba con altos cargos.
Después de un tiempo, Hedy reunió el valor suficiente para huir de ese matrimonio para continuar con su carrera. Aprovechó que su marido se encontraba en una cena de negocios para huir hacia París hasta que finalmente consiguió llegar a Londres. Una vez en esta ciudad y habiendo escapado de los guardaespaldas de su marido se embarcó rumbo a Estados Unidos.
El destino o la casualidad quisieron que en ese mismo barco se encontrara con el productor de cine Louis B. Mayer que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto en la Metro Golwyn Mayer. A cambio, ella tenía que cambiarse el nombre para que no la relacionasen con Éxtasis naciendo así Hedy Lamarr.
Se convirtió en la gran estrella del cine de los años 30 aunque lo que más se destacaba de ella era su enorme belleza, hecho que Hedy odiaba. Sin embargo, lo que nadie se imaginaba es que detrás de una cara bonita hubiera una gran mente como era la de ella.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial decidió junto con el compositor George Antheil desarrollar un sistema para mejorar la comunicación por radio de los submarinos británicos ya que eran destruidos por los alemanes. Así, crearon un sistema de comunicación secreto para evitar interferencias que hoy es conocido como el precursor del actual WIFI, Bluetooth o GPS.
Hedy Lamarr y George Antheil patentaron el sistema pero no lo usaron y Estados Unidos se adueñó de la idea argumentando que era un invento extranjero. Además, no fue hasta 1997 cuando le reconocieron a ambos de forma oficial su invento que hoy en día se estima que su valor de mercado son unos 30.000 millones de dólares. Según la ley de patentes de Estados Unidos, un inventor tiene seis años desde que patenta para reclamar su compensación económica y esto Hedy no lo sabía.
Hedwig Eva Maria Kiesler murió el 19 de enero del año 2000 en Florida, sin saber que su patente es la que nos hace en la actualidad la vida mucho más fácil, sobre todo, en tiempos de pandemia en los que la tecnología se ha adueñado de prácticamente todo para hacer que el mundo continué funcionando.
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