El juego es sin duda la herramienta vital para el aprendizaje de un niño; porque conecta el mundo real con el imaginario, potencia el uso de la creatividad de manera libre y espontanea, desarrolla la personalidad del niño en aspectos como: físico-motor; intelectual; creativo; social; emocional y cultural.
Los agentes educativos ven en las actividades lúdicas una opción de facilitar y dinamizar el proceso de aprendizaje del niño. George Bernard revela que “Aprendemos el 20% de lo que escuchamos, el 50% de lo que vemos y el 80% de lo que hacemos. A través de entornos lúdicos en base a la metodología experiencial potenciamos al 80% la capacidad de aprendizaje”.
El proceso de aprendizaje no solo depende de los agentes educativos, sino también de los padres que son los que mas tiempo comparten con el niño. Este no solo aprende en horas de clase, el aprendizaje es cotidiano; aparece a cualquier hora y lugar.
El juego entre padres e hijos, crea vínculos de aprendizaje, pero sobre todo emocionales. Un niño que juega activamente con sus padres absorbe valores, costumbres, palabras y emociones de los padres. La comunicación y confianza es mayor, puntos clave en la resolución de conflictos.
Un aspecto a resaltar es que el uso de estas actividades lúdicas en algunos casos generan el prejuicio por parte del educador que piensa que pueden existir momentos en que los juegos se salgan de control o que los niños solo se enfoquen en jugar y descuiden sus pequeñas responsabilidades. Para esto el educador deberá establecer reglas y límites que propicien un ambiente lúdico controlado.
El juego como actividad lúdica practicado entre educador-niño y padres-niño, es una herramienta sumamente utilizada y de gran aporte para el desarrollo mental y emocional del niño. Pero ¿Cómo sensibilizar al total y mejor uso de esta actividad lúdica a padres y educadores? La responsabilidad recae en autoridades estatales y locales de educación. Actividades extracurriculares de manera gratuita, programas que fomenten el uso de juegos tradicionales, estudio y reestructuración de mallas curriculares con enfoques lúdicos, políticas públicas que permitan el acceso universal a las nuevas tecnologías de información, capacitaciones a padres para potenciar el uso de actividades lúdicas en casa. Esas son algunas de los enfoques que podrían sensibilizar a los agentes educativos y padres sobre la importancia de implementar el juego durante la formación del niño para que este pueda obtener un aprendizaje significativo.
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